El 14 de enero de cada año, el cantón de Santa Cruz, en la provincia de Guanacaste, se encuentra lleno de alegría, música, cultura, cimarronas, danzas y comidas tradicionales. Se trata de celebrar de la mejor manera las Fiestas del Santo Cristo de Esquipulas.

Se trata de un festival característico del cantón, que se basa en la dedicación de sus habitantes. La tradición acumula una historia que está precedida de varios siglos, que cuenta con varias versiones sobre su origen.

Tradiciones en el país

El país cuenta con siete tradiciones con la declaratoria de patrimonio cultural inmaterial. De ellas, cuatro son de Guanacaste: la elaboración de objetos cerámicos chorotegas, el Tope de Toros, la festividad a la Virgen de Guadalupe y la celebración al Santo Cristo Negro de Esquipulas. 

El Santísimo Cristo de Esquipulas es una figura venerada y su historia se remonta al año 1841 cuando se fundó la parroquia que actualmente lo alberga. Esta obra inició su construcción en 1835, y desde entonces se celebra con festejos cada año. 

En los rincones de las principales calles de Santa Cruz se encuentran marimbas para alegrar el ambiente; mientras que en el Redondel de Toros se celebran las populares «montaderas» y las corridas de toros. 

Bailar en el parque al ritmo de la marimba es otra de las actividades tradicionales con motivo de la fiesta. A su vez, los platos locales preparados como parte de la celebración incluyen rosquillas, tanelas o tamal dulce y vino dulce de coyol. 

Historia 

El Santo Cristo de Esquipulas es una figura religiosa importante en Costa Rica, especialmente en la región de Guanacaste. Sus festividades son celebradas con mucha reverencia y devoción por la gente del lugar, quienes cuentan la historia de cómo el Cristo Negro de Esquipulas fue traído de Guatemala a Guanacaste.

La historia detrás de este evento se remonta a 1885 cuando Bernabela Ramos, una mujer de Guanacaste, viajó a Guatemala y encontró una estatua del Santo Cristo de Esquipulas. Estaba tan dedicada a él que decidió llevárselo a casa. Al regresar a Costa Rica, colocó la estatua en una pequeña capilla donde se venera desde entonces.

Sin embargo, de acuerdo al Centro de Patrimonio Cultural, otro de los orígenes de la figura fue cuando un indígena la encontró, entre dos plantas de coyol, cuando cortaba leña. El lugareño trató de llevarse la imagen al pueblo, pero cuando nuevamente la volvió a buscar nunca la encontró, hasta que volvió al mismo punto donde fue vista por primera vez.

Hoy en día, estas festividades se celebran todos los años con mucho entusiasmo tanto por parte de los lugareños como de los turistas. La gente se une en oración y canto para honrar a esta importante figura religiosa que se ha arraigado profundamente en la cultura costarricense a lo largo del tiempo.

Zelda Walters para Sensorial Sunsets