Explora la historia de la esclavitud en Costa Rica, su abolición y el legado de la población afrodescendiente en la sociedad.


El Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición, celebrado cada 23 de agosto, tiene como propósito inscribir la tragedia del comercio transatlántico de esclavos en la memoria colectiva. Así como promover una reflexión sobre las causas y consecuencias de este capítulo oscuro de la historia humana.

Esta fecha se conmemora en recuerdo de la sublevación iniciada la noche del 22 al 23 de agosto de 1791 en Saint Domingue, hoy Haití, que fue clave en la eventual abolición del comercio transatlántico de esclavos.

El comercio de esclavos comenzó en 1518, paralelo a la colonización de América, donde tanto africanos como europeos indigentes, criminales y niños secuestrados fueron tratados como mercancías. Aunque las cifras exactas varían, se estima que alrededor de quince millones de africanos fueron trasladados forzosamente a las Américas.

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Costa Rica y el comercio de esclavos

En Costa Rica, la esclavitud no alcanzó la escala vista en otras colonias debido a su pequeña población y comercio limitado. Sin embargo, la esclavitud existió y tuvo un impacto notable.

Los esclavos fueron utilizados en la producción de cacao y tabaco. En algunos casos, fueron parte de las dotes matrimoniales de las familias más acaudaladas, especialmente en Cartago.

Un estudio publicado en 1976 por la Revista del Pensamiento Centroamericano, realizado por los catedráticos John N. Riismanole y James H. Levitt de la Universidad de Potsdam en Alemania, proporciona un análisis cuantitativo de la esclavitud en Costa Rica durante la época colonial. Según el estudio, entre 1607 y 1824, se contabilizaron alrededor de 2480 esclavos negros en el país, distribuidos principalmente en Cartago (2226), con menores cantidades en Alajuela (6), Guanacaste (26), Heredia (126) y San José (60).

En Costa Rica, los esclavos fueron tratados como bienes intercambiables. Se usaban en diversas transacciones comerciales, como ventas, testamentos, donaciones, hipotecas, y contratos de arrendamiento. Dada la naturaleza comercial de la sociedad colonial costarricense, la importación de esclavos fue significativa, siendo la mayoría hombres jóvenes entre los 16 y 30 años, considerados los más aptos para los trabajos físicos.

Construcción del ferrocarril al Atlántico

La esclavitud en Costa Rica fue abolida en 1824 junto con el resto de Centroamérica. Sin embargo, en 1870, se importaron trabajadores negros de Jamaica para la construcción del Ferrocarril al Caribe. A bordo de la embarcación Lizzie, el 20 de diciembre de 1870, llegaron 123 trabajadores a Limón, quienes realizaron el trabajo duro para la construcción de esta infraestructura crucial para el desarrollo económico del país.

En la literatura nacional
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Limón Blues de Anacristina Rossi es una novela histórica que narra la vida de la comunidad afrocaribeña en Costa Rica, especialmente en la provincia de Limón, durante las primeras décadas del siglo XX. La historia sigue a Orlandus Robinson, un joven afrodescendiente que llega a Costa Rica desde Jamaica para trabajar en la construcción del Ferrocarril al Atlántico.

A través de su vida y la de otros personajes, la novela explora temas como la identidad, el racismo, la resistencia cultural, y las dificultades de la vida de los inmigrantes en un país que, aunque los necesitaba, no los aceptaba completamente. Con un trasfondo de blues y espiritualidad, Limón Blues retrata la lucha por la dignidad y el reconocimiento de una comunidad que ha sido fundamental para la construcción y desarrollo de Costa Rica, pero que ha permanecido en gran parte marginada en su historia oficial.

De 1850 hacia adelante

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A partir de 1850, los afrodescendientes comenzaron a integrarse plenamente en la sociedad costarricense, aunque su visibilidad y reconocimiento han sido limitados. La historiadora Nina Friedman señala que la invisibilidad de la población afrodescendiente en Hispanoamérica se debe a una tensión histórica entre el indigenismo y la hispanización, resuelta a través del mestizaje y la adopción de una cultura homogénea en términos de lengua, religión y raza.

En Costa Rica, este proceso se complica debido a la narrativa oficial que destaca la homogeneidad de su población, mayoritariamente blanca y de origen español, con una presencia indígena mínima, lo que la diferenciaba del resto de Centroamérica. Sin embargo, la historia afrodescendiente en el país es rica y su contribución a la construcción de la identidad costarricense es innegable, aunque históricamente subestimada.

Durante los siglos XVII y XVIII, los esclavos africanos en Costa Rica trabajaron en la agricultura, ganadería, pesca de perlas, astilleros y actividades portuarias, además de desempeñar papeles importantes en el comercio y trabajos urbanos en condición libre. La economía colonial costarricense, aunque estancada durante un período, se diversificó y estabilizó, lo que permitió la integración de la población afrodescendiente en la estructura social y económica del país.

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