En el año 1950, Costa Rica vivió uno de los eventos más impactantes de su historia: el robo de la imagen de la Virgen de los Ángeles, un hecho que conmocionó a la nación y dejó una huella indeleble en la memoria colectiva del país. Este incidente no solo sacudió los cimientos religiosos de los costarricenses, sino que también desencadenó una serie de reacciones mediáticas y gubernamentales que reflejaron el profundo arraigo cultural de la fe católica en el país.

El Robo de la Virgen de los Ángeles: Un Contexto Histórico y Cultural

El robo de la Virgen de los Ángeles, ocurrido en mayo de 1950, no fue el primero que afectó la Basílica de Los Ángeles, ubicada en Cartago. En dos ocasiones anteriores, en 1824 y 1888, ya se había sustraído la imagen, aunque la magnitud y las consecuencias de estos incidentes no se compararon con las del ocurrido en 1950. Este suceso fue particularmente doloroso para la sociedad costarricense, ya que, además de la sustracción de la imagen, los delincuentes asesinaron al guardia Miguel Solano, quien custodiaba el templo.

La Reacción de la Prensa y la Sociedad

Los principales medios de comunicación de la época, como La Prensa Libre, El Diario de Costa Rica, La Nación y el semanario El Atlántico, cubrieron ampliamente el robo y sus consecuencias. Desde los primeros días, la prensa reflejó el duelo nacional, con titulares alarmantes y fotografías impactantes, como la del presidente Otilio Ulate Blanco consolando a mujeres afligidas en la Basílica.

La cobertura mediática no solo se centró en el crimen, sino también en la respuesta del gobierno. El presidente Ulate ordenó el cierre inmediato del santuario y solicitó la ayuda del FBI para la investigación. Además, el gobierno decretó un duelo nacional y cerró la ciudad de Cartago para evitar la fuga de los ladrones. La gravedad del suceso llevó a los medios a referirse a los autores del crimen como «los monstruos», destacando el horror que generó en la población.

La Aparición Milagrosa

El 21 de mayo de 1950, tras días de incertidumbre y angustia, encontraron la imagen de la Virgen en la Basílica, aunque despojada de sus atuendos. La noticia se difundió rápidamente, y en cuestión de minutos, los cartagineses se congregaron en el templo para celebrar su recuperación. Las campanas sonaron con júbilo, y la alegría se extendió más allá de Cartago, atrayendo a peregrinos de todo el país.

Consecuencias y Reflexiones

A pesar de los esfuerzos investigativos, nunca identificaron con certeza a los responsables del robo. Durante muchos años, acusaron injustamente a José León Sánchez de ser el autor del robo, lo que lo llevó a cumplir una pena de cadena perpetua en la Isla San Lucas. Años después, lo absolvieron debido a irregularidades en el proceso judicial, un episodio que él mismo narró en su libro ‘La Isla de los Hombres Solos’.

Este suceso no solo marcó un momento de dolor y desesperación en Costa Rica, sino que también subrayó la profunda devoción del pueblo costarricense hacia la Virgen de los Ángeles, un símbolo de identidad nacional y de fe. La reacción del país ante el robo y la posterior aparición de la imagen son un testimonio del poder de la religión en la vida cultural y social de Costa Rica.

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